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martes, 10 de julio de 2007

En recuerdo de Pepe "El de la Botica"

Parece que fue ayer cuando José García Hernández, más conocido como Pepe el de la botica, nos dejó, y dentro de unos días, hará ya un año.

Recuerdo que, ya en sus últimos días, cuando no tenía fuerzas para tocar la flauta, se sentaba en las butacas de la primera fila y, al escuchar a la banda, le resbalaban las lágrimas por sus mejillas, pensando ya en lo irremediable.

Aún, cuando vamos a la sala de ensayos, se nos van los ojos hacia la silla que ocupaba intentando buscar a esa persona que nos abandonó, aunque no por su voluntad, puesto que fue un luchador hasta el final. Estamos convencidos de que su espíritu ilumina cada una de las notas que salen de nuestros instrumentos y que sigue aún con nosotros guiándonos para intentar hacerlo cada día mejor.

Me gustaría rendir un pequeño homenaje y un recuerdo muy especial, desde este humilde rincón, a este gran amigo y mejor persona, que estuvo al frente del Patronato Musical Aguileño hasta casi su último aliento, y que luchó como pocos a favor de la música en nuestra localidad.

¡Gracias, maestro!

Quisiera añadir un fragmento de un artículo escrito por nuestro amigo Francisco José Montalbán que publicó a los pocos días de tan trágico suceso y que, al leerlo, me sentí muy conmocionado:

“ ………… Siempre he admirado el tesón de Pepe con su afición a la música. Era envidiable la ilusión con que cada ensayo acudía como un chaval, y acataba, disciplinado, las indicaciones del director puliendo la interpretación. Su fervor por el pentagrama hasta los últimos días, le han colocado en el honroso puesto de ser el músico en activo más longevo de la región y por ello, se le concedió en marzo pasado un merecido homenaje al que acudió toda la gente que lo quería.

Ha sido una de las pocas veces en que el ilustre artista recibe el reconocimiento de su pueblo en vida, y puede llevarse a la otra vida la plena seguridad de ser querido por su gente. Un acierto de la actual Junta Directiva del Patronato Musical Aguileño.

Hoy, he visto, cómo las corcheas de las marchas fúnebres que le han acompañado hasta su última morada, apenas si podían salir de los instrumentos, he visto cómo algunas lagrimas compungidas y calladas resbalaban por las mejillas de algunos músicos hasta filtrarse a través de las boquillas con la misma música. Nadie puede negar que su felicidad era la música. Quiso que le enterrasen vestido de músico. Como tal quiere presentarse en la otra orilla y decir : “ Soy músico, dadme una partitura y moveré el cielo y alegraré las almas tristes que vagan por aquí ”.
La paz que le espera en la otra vida es musical contrapunto de la imagen serena que ha dejado entre los suyos. Todos sabemos que Pepe, el de la botica, no se ha ido del todo, que cada vez que la Banda ataque un compás de flauta, su espíritu flotará entre el auditorio. Estará siempre con nosotros.”

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